Ángel Fernández Saura (Fotógrafo)

Publicado el 13 de Febrero de 2009 por Angel en Lo que dicen de mí

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El articulista de este periódico, Cipriano Torres, se interrogaba acerca  de la voz y la mirada de Angel Fernandez Saura: “¿Cómo es posible que alguien con una voz de piedra y tormenta, de caverna …” ”…pueda tener una mirada líquida, certera y hasta delicada capaz de añadir a lo mirado matices tan nuevos que parece que acaba de ser creado? Ahora, su voz continua teniendo esos matices y la mirada la misma delicadeza que Cipriano percibió  cuando analizaba su obra,  la obra de un hombre que creció predestinado para hacer de la fotografía su forma de expresión, seguramente  porque en el entresuelo de la casa en que nació  estaba Fotos Lux y como parece ser,  nos dice con un cierto pudor,  de pequeño era un niño guapo, hacia de modelo para las fotos de los expositores: “Ya de  pequeño me familiaricé con el olor a revelado y con la oscuridad  en el laboratorio”. Y mientras que esto ocurría continuaba creciendo alrededor de la calle Sociedad, la Glorieta y el colegio de Las Luisas, que estaba en la actual Cámara de Comercio, donde recibió sus primeras enseñanzas:  “Recuerdo vivamente  la primera nevada que  vi. en Murcia, con la Glorieta totalmente blanca”. Mientras, la afición por la fotografía crecía en el, acrecentada por su pertenencia a un grupo de espeleología  y la necesidad de documentar todo el trabajo.
Oyéndole  tenemos la sensación de que  de siempre, ha visto la vida a través de un objetivo aunque  lo que le hubiese gustado hacer era Arquitectura, pero no eran tiempo fáciles para estudiar fuera y como sentía una especial querencia hacia la fotografía al acabar  COU se presentó a unas oposiciones en el CEBAS para auxiliar de laboratorio. Y la fortuna quiso que hubiese una plaza libre en el de fotografía y que se encontrase con don Francisco Santacruz, un hombre que le descubrió un mundo que el apenas vislumbraba: “Fue un trabajo muy enriquecedor porque tenía que hacer desde reportajes en el campo hasta reproducciones y trabajos muy técnicos con lo cual el espectro fue muy variado”.
Mantenemos la charla en un salón que parece invitar a salir a una terraza inmensa abierta a un paisaje de casas diseminadas aquí y allá, de vegetación y de aire limpio del monte. Mostramos la duda de si el mismo paisaje tiene siempre la misma fotografía y nos dice que no, claro: “El mundo de cada fotógrafo es muy particular, porque  si es  cierto que vemos lo mismo, no es menos cierto que no lo traducimos igual”.
Nuestra charla camina por muchos derroteros. No es un hombre que aparente mostrar entusiasmo por muchas cosas así es que dejamos atrás otras  para  centrarnos en su estancia en Nueva York y sí, ahora sí adquiere su voz un  dinamismo que desconocíamos y sus  ojos  reflejan un entusiasmo que no vislumbrábamos. Y casi parece  justificarse cuando nos dice que a el nunca le atrajo “la mirada de otros”, pero que su percepción del arte cambió para el cuando se fue a “la capital del mundo” y recorrió los  museos de la ciudad y fue descubriendo otra forma de concebir el arte:   “Ver colgados los cuadros de Gordon Matta-Clark, de Mark Rothko, de Mapplethorpe, de Bourke White, de Warhol, de Hopper, es algo difícil de describir y me di cuenta de que el Movimiento expresionista abstracto y pop americano, sobre todo el de Nueva York, fue fundamental en el  arte contemporáneo”. Y nos dice que aunque todo aquello impactó en una persona llegada de provincias, lo cierto es que el puede presumir  de pertenecer a una generación de artistas como  Cacho, Ballester,  Garza o  Mercedes Alberdi, entre otros, que merecerían un reconocimiento mayor del que la región les da.
Y ante la admiración con la que habla de aquella generación, un tanto olvidada, es inevitable repasar el momento actual del arte en la Región y reconociendo que los medios son mucho más que antes– solamente había una sala de exposiciones que el ayuntamiento tenia en la plaza de Santa Isabel–, que la difusión y ayudas que tienen los artistas ahora es infinitamente superior lo cierto es que, en su opinión, el ambiente artístico está muy lejos del “Colectivo Imágenes” :“Es posible que el paso del tiempo te  impulse a no aceptar ciertos criterios o que tu capacidad evolutiva tenga un limite, pero yo veo tanta obra de arte, como falta de calidad”.
Hay como una cierta nostalgia en sus palabras y cuando le sugerimos que quizás es este sentimiento el que le hace volver a su exposición, Nueva York, 1988, que se ofrece en estos momentos en la sala El Jardín, de Molina y que el día 19 de inaugurará en Cartagena, en la Sala Ramón Alonso Luzzy, nos dice con rotundidad que no, que el volver a ella es porque Nueva York es eterno  y  porque  se la cedió a la Comunidad   y esta la está programando.
No todos los artistas  murcianos pueden presumir de figurar en publicaciones  como:  Fotografía Contemporánea de España y Enciclopedia del Arte Español del Siglo XX y cuando le preguntamos que se siente nos mira fijamente y sin atisbo de pedantería nos dice que nunca buscó reconocimientos falsos:”Pobre del que disfrute viéndose en exposiciones que no le corresponden. En este caso, que sea un reconocimiento de los técnicos, un reconocimiento  profesional,  es algo que te hace feliz”.
Y si algo le hace feliz es el  contacto con la naturaleza y en el garaje  se almacenan  todos los utensilios que  hablan de sueños a la intemperie y del despertar con el sonido de la tierra. Sinceramente no lo imaginábamos, pero el ser humano depara muchas sorpresas.
Hablamos de lo agradable y de lo menos agradable y esa voz de “piedra y tormenta” se hace más de “caverna” cuando tocamos el tema de una pasada enfermedad:”Te tomas todo con mucha más calma y las cosas más sencillas, las que merecen la pena, las fijas más en tu corazón y te desprendes de muchas tonterías”.

Los Perfiles de Pity Alarcón. La Opinion de Murcia. 12 de Febrero 2009

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