1952/1953/1955 Antonio Ballester Les Ventes-Ángel Fernández Saura-Esteban Linares
Publicado el 11 de Julio de 2021 por Angel en Lo que dicen de míPionero de la fotografía artística en los Premios Ejército
Publicado el 28 de Junio de 2021 por Angel en Publicaciones | Lo que dicen de mí
Cuando hablamos de fotografía, referida al ámbito militar, normalmente tendemos a pensar en reportajes de tipo documental, donde aparecen miembros de las Fuerzas Armadas en sus diferentes campos de actuación: talleres de trabajo, instrucción, adiestramiento en el manejo de armas y de equipos técnicos, vida cotidiana en el cuartel, formación, misiones en el extranjero, ayuda humanitaria o incluso, y como hemos visto a lo largo de estos dos últimos y difíciles años en labores de servicio a la ciudadanía, desinfectando instalaciones de mayores y estaciones de tren contra ese enemigo «invisible», la COVID-19, y limpiando calles de nieve e hielo en muchas ciudades de nuestro territorio tras la borrasca Filomena; así como prestando su ayuda en los lamentables sucesos ocurridos recientemente en la frontera de Ceuta con Marruecos.
Si bien es cierto que todas estas fotografías son reflejo de las actuaciones realizadas por los miembros de nuestro Ejército, hay otro tipo de fotografías que en cierto modo se alejan de este concepto «documental» y plantean la representación de los objetos y útiles «cotidianos» del ámbito militar elevándolos a «cosas» dignas de captar nuestra atención. Esto es lo que hace Fernández Saura con la serie de cinco fotografías galardonadas en la convocatoria de los Premios Ejército de 1975. Estas fotografías, recientemente recuperadas y que hoy en día podemos conservar en la Biblioteca Central Militar, organismo dependiente del Instituto de Historia y Cultura Militar, estarían enfocadas dentro de este paradigma que supone tratar con valor estético los objetos representados.
La mirada que nos ofrece Ángel Fernández supone una ruptura en la representación del mundo militar que se estaba haciendo en los años 70 en nuestro país, momento en que predominaba mostrar los acontecimientos ocurridos en el ámbito de las Fuerzas Armadas. De hecho, los Premios de Fotografías de los años anteriores (1963 – 1973, en 1974 no hubo convocatoria) fueron otorgados a autores que habían publicado sus trabajos como reportajes gráficos en la prensa del momento: José Pastor Caro, fue premiado en 1963, 1966, 1968, 1970 por sus colecciones fotográficas impresas en el periódico Arriba; José Cuadrado Pesquera, director gráfico de la entonces Agencia EUROPA PRESS, fue premiado en 1967, 1971, 1973 por las fotografías sobre asuntos militares divulgadas en revistas no especializadas del Ejército; Primitivo Carvajal Clavero, galardonado con el premio en 1970 por su reportaje «Operación Centauro» publicado en el diario Libertad; Juan Hernández Delgado, segundo premio en 1971 por su fotografías difundidas en el diario El Día y Antonio Monge, que comparte premio con José Cuadrado Pesquera en 1973, por su reportaje de fotos aparecidas en el diario Amanecer de Zaragoza.
Pues bien, las fotos premiadas de Angel Fernández resultan llamativas precisamente por el enfoque elegido, diferente a todo lo que se había producido anteriormente. Aunque en una de sus fotografías se muestra a un soldado con un radioteléfono, perteneciente a la 3ª Compañía del 10 batallón del Regimiento de Infantería Motorizada de la ciudad de Lorca, Región de Murcia (unidad en la que realizó el servicio militar); en el resto de la imágenes ganadoras, el autor selecciona los elementos a fotografiar como si se tratara de «naturalezas muertas», emulando la terminología empleada en bellas artes para referir aquellos objetos inanimados que aparecen en las obras pictóricas. En lugar de representar al soldado tocando la corneta, centra su mirada y a la vez hace que nosotros como espectadores nos centremos en los destellos que ofrece la luz reflejada en el metal del pabellón del instrumento; en lugar de presentar al militar en acción de disparar, centra la atención en el ánima del cañón y en el punto de mira, desenfocando la imagen del portador del arma; el tiempo parece detenerse en la mano que agarra el casco metálico tendido sobe el suelo junto a unos cartuchos que parecen mimetizarse con el terreno. Emulando las palabras de Julián Pérez Páez, Ángel Fernández muestra en sus fotografías “lo real a través de lo cotidiano”.
Como ya se ha comentado, estas imágenes suponen un cambio en la apreciación de las fotografías militares, que tendrá una repercusión clara en momentos posteriores. Así, podemos decir que las fotografías de los Premios Ejército virarán entre ambas corrientes, la «documental», como reflejo de la realidad del momento, de los uniformes, emblemas, vehículos, paisajes recorridos y experiencias vividas, y la que podríamos decir más artística, que recrea ciertos elementos relacionados con lo militar desde una óptica más personal y cercana a lo que supone la esencia, textura, forma, color y luz de los objetos cotidianos.
En definitiva, Ángel Fernández Saura supuso el inicio de una nueva mirada hacia lo militar en el ámbito de los Premios Ejército de Fotografía.
Marisa Morato. Instituto de Historia y Cultura Militar